Publicado por Milagros García-Guzmán, Italia-Lucca.
Cuando conocí a esta mujer,
el relato de su vida me emocionó mucho. Era una historia como tantas otras, de
esas que han permanecido ocultas, escondidas, vividas en soledad, pero en este caso era una mujer dotada de un estilo, de una capacidad
creativa y de una sensibilidad para sentir la belleza y enamorarse de lo
creado, que me hizo conmover. Pensamos en escribir juntas un libro con la
historia de su vida, pero el destino no nos permitió cumplir con este deseo.
Hace poco tiempo ella marchó,
volando sobre una estrella fugaz, hacia ese universo de amor que siempre soñó.
Yo quisiera, en su recuerdo, dar cumplimiento a ese deseo, contar esa vida que
pasó sin ser conocida.
Al abrir la puerta la
encontré, como luminaria apagada, necesitada de un poco de amor y comprensión.
Elegancia en sus andares, corrección en sus formas, sencillez exquisita…
cabellos rizados, estilizada figura, rasgos delicados, la imagen de una mujer
distinguida, que aunque de edad avanzada, dejaba entrever la sutil belleza del
femenino.
Conectamos inmediatamente, cuando
me contó que le gustaba pasar los veranos en Austria, en la zona de Baviera
donde se desarrolló la vida de la famosa Sissí Emperatriz. Su historia nos
llevaba a las dos a las puertas del romanticismo.
Era una mujer de familia
acomodada, culta y muy avanzada para su tiempo, pero con un punto de rebeldía
que la hacía aún más interesante.
Como era de esperar, tal y
como ordenaban los cánones de la época, después de terminar sus estudios se
casó con un prestigioso juez.
La vida junto a él no fue
fácil, dado que la función que desarrollaba le llevaba a tener algún que otro
enemigo, y premeditadamente se ejercían intentos de asesinato sobre él y su
familia, lo cual sirvió para que esta gran mujer tuviera que recurrir, alguna
que otra vez, a esconderse debajo de la cama con sus dos hijas, huyendo de los
proyectiles que volaban en horas nocturnas por sus habitaciones.
Por tercera vez se quedó
embarazada, pero al parecer su marido no consideraba que era el momento más
adecuado para traer un nuevo ser a este mundo y la sugirió que abortase. Aunque
de rodillas le suplicó que no la obligara a hacerlo, el marido se lo impuso y las
circunstancias pudieron a los instintos y deseos.
Como tantas mujeres de esa
época confesaba haber pasado por las relaciones de pareja sin saber qué era un
orgasmo. Cuántas mujeres ocultaban y siguen ocultando esta carencia de
sentires, porque cultural y socialmente estaba mal visto que una mujer gozara
de algo en la vida. Su forma de expresarlo diciendo: “no sabe distinguir entre
un cuerno y un violín”, nos hacía reírnos una y otra vez.
Aún con todas las
dificultades, ella pudo desarrollarse en el arte. Su hacer consistía en decorar
casas, pero no lo hacía de una forma cualquiera. Era exquisita en sus
elecciones y hasta que no conseguía la idea que en su imaginación había
percibido, perseveraba haciendo pruebas y más pruebas. Tenía un establecimiento
donde ofrecía objetos de encanto peculiar y exclusivo, cuya mezcla, ubicación y
particular estilo, convertían acogedoras las estancias de los hogares.
Me contaba que una vez un
Sultán la encargó la decoración de su Palacio. En sus viajes al sultanato se
inspiraba en los colores de los atardeceres y con esa idea iba a las fábricas
de tejidos y probaba y probaba hasta conseguir el color y las texturas que
había sentido. Mezcló los grises perlados de tacto de seda con los rosados del
ocaso y los rubores de la lavanda en primavera, los amarillos resplandecientes
del oro con las innumerables gamas de azules cálidos y acogedores como la
bóveda celeste. Así consiguió para los salones del Palacio del Sultán una
calidez y una serenidad, propios de una estancia cuya función era acoger a sus extraordinarios
huéspedes.
El sultán quedó maravillado
por los resultados conseguidos y en reconocimiento a la elegancia manifestada
en su labor, hizo un edicto otorgándole el título honorífico de “Lady”.
Los avatares y el estilo de
la vida en el que se veía inmersa le llevaron a padecer algunas enfermedades
graves importantes, pero su fuerza interior le ayudó a superar estas dificultades. Hasta que, un
día, dio un mal paso y se rompió la cadera. La intervención quirúrgica y
posterior rehabilitación le obligaron a permanecer mucho tiempo en cama y desatendió
sus labores artístico-creativas, así como el establecimiento que tenía abierto
a tal fin.
Cuando volvió del hospital
se encontró con la sorpresa de que, ante tanto tiempo de convalecencia, la
familia no podía sustituirla en sus quehaceres ni hacerse cargo de ellos y
cerraron y vendieron dicho establecimiento.
Frustrado el desarrollo de
su ideal con esta acción, empezó a derivar su atención hacia este alemán que
vuelve a las mujeres locas, llamado D. Alzheimer, hasta que llegó el momento de
su marcha.
Así nos dejó su bello
recuerdo, esta mujer que supo vivir, anónimamente, ese arte y esa belleza con
esa carga de sentimiento y de generosidad, y que consiguió, por algún instante,
dar a su vida un sentido de “SI, SI… soñador”.
“Buen Viaje… Gracias…
A… Dios”
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY así...
EliminarTransita la fémina
el espacio
y...
lo colma de texturas de belleza
Algún dolor ella sufrió
Algún desatino la perturbó
Y... ella...
lo colma de texturas de belleza
Milagros,
que revelas las andanzas de tu otra
y nos muestras en belleza,
en sutil lenguaje de vivencias
una parte del viaje de ella...
Nos haces cómplices de la belleza de la relación y afecto entre féminas..
Sí, Buen viaje a ella.