martes, 23 de septiembre de 2014

LA MUJER Y LA MENTIRA

Por: Inspiración Femenina

Recientemente nos topamos con un articulo en el cual hablaban sobre un nuevo estudio hecho en la universidad de Manchester acerca de que la mujer era más infiel que el hombre, solamente que nadie la pillaba en ello porque sabía mentir mejor que él.
Esto nos hizo reflexionar acerca del uso que históricamente ha hecho la mujer de la mentira.
Es verdad que la mujer miente, miente bien y siempre lo ha hecho. ¿Pero cuales son los motivos que la han llevado a ello? La respuesta es simple: SUPERVIVENCIA
Sí. La mujer ha tenido que mentir mucho para poder sobrevivir en un mundo que le era y es –en muchas ocasiones- hostil.
A partir de un momento en la historia la mujer fue esclavizada con el pretexto de que era impura, que no tenía la misma inteligencia que el hombre, que no tenía alma y que su único cometido en la vida era servir al hombre –pero había que tener cuidado de ella porque el demonio guiaba sus pasos y podía hacer caer al más santo de los hombres-.
Se la compraba y vendía, y casi siempre vivía en un medio que no era favorable ni para su felicidad, ni para su desarrollo. No hace falta decir que, si no acataba las ordenes del hombre que la cuidaba, podía recibir castigos severos.
Bajo este panorama la mujer ha tenido que aprender a vivir. Sin decir lo que siente en realidad, sin opinar mucho y por supuesto mintiendo. Mintiendo para poder sobrevivir, tanto ella como su prole.
El miedo ha sido casi siempre el factor que nos ha llevado a mentir. Miedo a ser castigadas, miedo a no ser adecuadas, miedo al rechazo, miedo…
Nos hicimos expertas del engaño para que no se nos notara lo que había en realidad adentro de nosotras, no vaya a ser que nos castigaran por ello. Y aun hoy en día, la mujer prefiere hacer creer a su pareja que piensa y siente igual que él. Tal vez hoy algunas no corramos peligro de muerte si tenemos ideas diferentes, pero aun así, nos cuesta decir la verdad en torno a nuestros verdaderos sentimientos.
La tendencia a agradar es parte de esa mentira. ¿Cuántas nos atrevemos a decirle a algún compañero de trabajo que no nos gusta algo? Preferimos no meternos en problemas y llevar la fiesta en paz.
La idea es simple: sí, hemos necesitado de la mentira pero los tiempos han cambiado y debemos dejar de emplearla.
Tenemos la suerte de estar viviendo los cambios gestados hace años por los movimientos de liberación femenina, y aunque todavía las cosas son muy desiguales, podemos decir que por lo menos todas –en occidente- de ser independientes.
Podemos trabajar y ganar nuestro propio dinero para no depender del hombre, aunque vivamos relaciones de pareja. Esta independencia puede hacer que no tengamos miedo, porque no necesitamos de ningún hombre para sobrevivir. Podemos entablar relaciones más equitativas y en consecuencia, la mentira no nos hace falta, ya que nuestra supervivencia no depende de nadie.
Por supuesto, dejar de utilizar la mentira debe venir de nosotras mismas, de nuestro convencimiento de que la mentira nos hace enfermar. Porque podemos ser mujeres independientes, exitosas, pero seguir mintiendo.
Convencernos de que a nadie beneficia –y mucho menos al que miente- esta practica, es el primer paso.
La humanidad está enferma, enferma de tanta mentira. Quizás si nosotras las mujeres dejamos de utilizarla como recurso, podemos hacer que poco a poco las cosas vayan aclarándose.


lunes, 1 de septiembre de 2014

MUJERES QUE MIRAN CASI UN POQUITO


un hombre enamorado experimenta, mientras dura el enamoramiento o el enamoracierto y solo durante ese proceso, la capacidad femenina del aprecio por lo pequeño, por el detalle e incluso puede llegar a desarrollarlo poéticamente. desgraciadamente para la mejora de la especie masculina los tiempos del enamoramiento, al menos en occidente, se han ido haciendo más cortos hasta el punto que ya hay parejas que se divorcian antes de cansarse. no tiene este texto como objeto analizar por qué la imaginación humana no da para más y convierte el casamiento en el único camino del enamoracierto. Nos ocupa aquí solo destacar el buen momento para lo microscópico que nos aporta el amor a los varones y cómo nos es tan dificil mantenernos más de 24 horas en el sutil y sensual juego de las miradas. veamos un ejemplo:

diario de un enamorado:

lunes por la mañana:
he conocido a una mujer y... 
me miró casi un poquito

lunes por la tarde:
me miró un poquito

martes por la mañana:
ma ha mirado casi un poco

tarde del martes:
un poco

miércoles y jueves:
no nos hemos visto

viernes:
me miró un mucho
( debe habérselo pensado en estos dos días )

sábado:
hoy me miró sin adverbios de cantidad
( ya está )

domingo al mediodía:
le propuse sexo y matrimonio
( en ese orden )

domingo en la tardecita:
matrimonio y sexo

domingo en la noche:
no me miró
( no parece que fuera el orden )

lunes:
hoy conocí a otra mujer que me miró un poquito


tomás rubio, poetaclown un poco